Una encuesta social general realizada por CNN sugiere que los hombres son más felices que las mujeres. Otros estudios han llegado a las mismas conclusiones, aún así, voy solo a suponer que es verdad para hablar de las posibles razones por las que el hombre podría ser más feliz que la mujer.
Podríamos creer que los logros de la llamada liberación femenina, que para mi más que “liberación” es la lucha de los derechos de la mujer, han logrado que podamos sentirnos más plenas al darnos la oportunidad de abrirnos paso socialmente y como profesionistas, sin embargo, no podemos ignorar que también implican un gran dilema al momento de la toma de decisiones ¿voy a dedicarme a mi carrera o a ser ama de casa? ¿Podré hacer ambas cosas sin descuidar una de ellas?
Si seleccionamos una de las opciones corremos el riesgo de sentirnos incompletas y de preguntarnos como sería si hubiéramos seguido el otro camino, si en cambio, tratamos de compaginar ambas cosas, siempre será una de ellas la que tenga prioridad, y el sentimiento de culpabilidad será en muchas ocasiones inevitable. Cuando nuestras opciones se limitaban al hogar la mujer se sentía inferior al hombre, dominada, había sentimiento de impotencia, pero había conformidad en general. Ahora es común que la mujer sienta confusión y mucho estrés ante un mundo de decisiones a tomar, tratando de cumplir con las nuevas expectativas que se tienen en ellas, que se complementan con las que antes ya se tenían y continúan vigentes.
Las mujeres tenemos ahora más carga sobre nuestros hombros, y sin embargo nos gusta que nuestras vidas sean perfectas, queremos cuidar de nuestras familias y tener éxito en nuestro trabajo, cuidamos mejor los detalles que los hombres: la apariencia física, el aspecto de nuestro lugarcito de trabajo, los adornos navideños, los regalos de cumpleaños. Cuidar de todos los detalles exige esfuerzo y a veces nos deja exhaustas, y sin tiempo libre para dedicarnos a nosotras.
Y hago una reflexión especial en cuanto a la imagen física, si la ropa y calzado de la mujer es más costoso que del hombre, ¿porque los sueldos de las mujeres continúan siendo más bajos? La industria textil y los diseñadores de modas saben que nos preocupamos más que los hombres, y esa ha sido un arma increíble para la mercadotecnia. La mujer vive en el interminable dilema del ¿Qué me pongo?, difícilmente encontrarás a un hombre con este predicamento. ¿Has visto algún informecial de productos dietéticos y de belleza donde los hombres sean quienes se benefician de éstos? Y no es que no necesiten de los productos, es que ellos se preocupan menos por su aspecto, que es menos relevante que el de la mujer para los demás.
La mujer siente más necesidad que el hombre de tener una reputación positiva, la mayoría de ellas necesita la aprobación de los demás para sentirse adecuada, y se recupera más lentamente de un acto que en su perspectiva la ha dejado en ridículo, mientras que el hombre es más relajado en situaciones sociales, por ejemplo, sabe que si dice una “palabrota” no será juzgado fuertemente, mientras si una mujer la dice en público la reacción de los demás cambia. También encontramos que la mujer se toma más en serio las ofensas y difícilmente las olvida, es capaz de rencor por años, le damos muchas vueltas a los problemas.
Y ahí están los cambios hormonales, una vez al mes durante casi una semana nos sentimos físicamente incómodas, inflamadas, más cansadas que de costumbre, irritables, tenemos más apetito, y todo eso se refleja muchas veces en nuestro trabajo, en nuestra productividad, nuestras relaciones sociales, y en nuestros cuerpos. Esta situación de plano es inevitable. Para que le seguimos con el embarazo…
¿Eso es suficiente para determinar que el hombre es más feliz que la mujer?
Ya defendimos que los hombres son más felices que las mujeres, ahora tratemos de atacar los resultados de estos estudios. Debemos tomar en cuenta que no solo el papel de la mujer ha cambiado a través de la historia, en general, también el hombre ha ganado mayor responsabilidad en el hogar, las expectativas de la sociedad han cambiado y exigen que el hombre se involucre más con la educación de los hijos y las tareas del hogar. El tiempo libre del hombre, que antes era considerable, se ha venido reduciendo.
Sin embargo, viejas expectativas en el hombre siguen vigentes, ellos no desahogan sus conflictos emocionales con sus familias y amigos tan frecuente y libremente como lo hacen las mujeres, sigue siendo el sexo fuerte, el que busca arreglar sus problemas emocionales de forma independiente, a diferencia de la mujer que siempre busca ayuda y consuelo dentro de su círculo social. Desde niño, el hombre ha sido educado para ser fuerte, controlado en sus emociones, esa tendencia aunque menos estricta por parte de los padres, sigue presente y causa soledad, infelicidad.
Mi perspectiva
Creo que la genética está más relacionada con nuestra capacidad de ser felices que nuestro género. Lamentablemente no es nuestra actitud hacía la vida, ni nuestros deseos de ver la vida con optimismo lo que nos ayuda a alcanzar la felicidad como muchos aseguran, entre ellos gente de marketing, escritores, filósofos y gente naturalmente optimista. Siento decepcionarlos diciéndoles que nuestra personalidad es la responsable de nuestra capacidad de ser felices, y la personalidad es cuestión genética, mayormente.
Eso de que la felicidad es cuestión de elección suena muy bonito, y puede que una mejor actitud y los deseos de ser feliz puedan ayudarte mucho, pero tu personalidad no es algo de lo que te puedas deshacer, esa se quedará ahí contigo, la cual se hereda genéticamente y en una pequeña parte corresponde a las experiencias. Podemos encontrar personas que al parecer lo tienen todo pero que no pueden alcanzar la felicidad, y personas que carecen de bienes que satisfagan sus necesidades más básicas, y sin embargo, siempre sonríen.
Estudios han demostrado que diferencias individuales para lograr la felicidad están más fuertemente asociadas con las características de la personalidad heredadas que con los factores ambientales como el dinero, la popularidad o atractivo físico, asegura el psicólogo y psiquiatra David T. Lykken, quien dedicó años al estudio de la felicidad.
Mi conclusión es que el hombre tiene más razones que la mujer para ser feliz, pero eso no significa que necesariamente lo sea, eso lo determina la personalidad, que es resultado de herencia genética, y en una pequeña parte, de las experiencias a lo largo de la vida.